Nació en 1789 cerca de Lyon, Francia. Su padre que llegó a ser alcalde del pueblo, por defender y favorecer la religión tuvo que sufrir mucho durante la revolución francesa.

La mamá era sumamente devota de la Virgen Santísima y le infundió una gran devoción mariana a Marcelino, desde muy pequeño y le consagró su hijo a la Madre de Dios.

Una tía muy piadosa le leía Vidas de Santos, estas lecturas lo fueron entusiasmando por la vida de apostolado. Creció sin asistir a la escuela, pero las lecturas caseras lo fueron formando en un fuerte amor por la religión.

Desde muy niño demostró mucha capacidad para aprender la albañilería, la practicó en su niñez, después este oficio le va a ser muy útil en sus fundaciones. También era ágil para el negocio. Compraba corderillos, los engordaba para luego venderlos, de esta manera fue haciendo sus ahorros, con los cuales más tarde ayudará a costearse sus estudios.

Serias dificultades con los estudios

Como le habían anunciado el Papá y el tío, los estudios le resultaron sumamente difíciles, estuvo a punto de ser echado del seminario por sus bajas notas en los exámenes, Pero su buena conducta y el hacerse repetir las clases por unos buenos amigos, le permitieron poder seguir estudiando para el sacerdocio.

En el seminario tenía otro compañero que como él, tenía menos memoria y menos aptitud para los estudios que los demás, pero los dos sobresalían en piedad, en buena conducta  esto les iba a ser inmensamente útil en la vida. 

Poco antes de recibir la ordenación sacerdotal él y otros 12 compañeros hicieron el propósito de fundar una Comunidad religiosa que propagara la devoción a la Santísima Virgen, fueron en peregrinación a un santuario mariano a encomendar esta gracia. Marcelino logrará cumplir este buen deseo de sus compañeros.

Orientación y primeros oficios

En 1816 fue ordenado sacerdote, lo nombraron como coadjutor o vicario de un sacerdote anciano en un pueblecito donde los hombres pasaban sus ratos libres en las cantinas  tomando licor y la juventud en bailaderos nada santos. La ignorancia religiosa era sumamente grande.

La causa inmediata

Lo que movió inmediatamente a Marcelino a fundar la Comunidad de Hermanos Maristas fue que al visitar a un joven enfermo se dio cuenta de que aquel pobre muchacho ignoraba totalmente la religión. Se puso a pensar que en ese mismo estado debían estar miles y miles de jóvenes, por falta de maestros que les enseñaran el catecismo, Lo preparó a bien morir,  por lo que se propuso buscar compañeros que le ayudaran a instruir cristianamente a la juventud.

Humildes comienzos

En 1816 fue ordenado sacerdote, lo nombraron como coadjutor o vicario de un sacerdote anciano en un pueblecito donde los hombres pasaban sus ratos libres en las cantinas  tomando licor y la juventud en bailaderos nada santos. La ignorancia religiosa era sumamente grande.

Admirable expansión

Pronto empezaron a llegar peticiones de maestros de religión para parroquias y más parroquias, Marcelino enviaba a los que ya tenía mejor preparados. Siempre tenía más peticiones de parroquias para enviarles hermanos catequistas, que jóvenes ya preparados para ser enviados. Y como su casa se llenó hasta el extremo, él mismo se dedicó a ayudar a sus novicios y aprovechando sus conocimientos de albañilería, a ensanchar el edificio.

Su método de enseñanza

Ante todo, las labores de sus religiosos estaban todas dirigidas a hacer conocer y amar más a Dios. El método empleado era el de la más exquisita caridad con todos. Marcelino no podía olvidar como una vez un profesor públicamente puso un sobrenombre humillante a un alumno y entonces los compañeros de ese pobre muchacho empezaron a humillarlo hasta desesperarlo. Por eso prohibió rotundamente todo trato humillante para con los alumnos, quitó los castigos físicos y deprimentes. Le dio mucha importancia al canto como medio de hacer más alegre y más eficaz la catequesis. Fue precursor de la escuela activa, en la cual los alumnos participan positivamente en las clases. Cada religioso debía dedicar una hora por día a prepararse en catequesis y en pedagogía para saber enseñar lo mejor posible.

Devoción Mariana

La quinta esencia de la pedagogía de San Marcelino era su gran devoción a la Virgen Santísima. Repetía a sus religiosos: Todo en honor de Jesús, pero por medio de María . Todo por María, para llevar hacia Jesús“. Y les decía, “Nuestra Comunidad pertenece por completo a Nuestra Señora la Madre de Dios. Nuestras actividades deben de estar dirigidas a hacerla amar, estimar y glorificar. Inculquemos su devoción a nuestros jóvenes y así los llevaremos más fácilmente hacia Jesucristo“.

Muerte Joven

Marcelino murió muy joven, apenas de 51 años el 6 de Junio de 1840. Los últimos 15 años había sufrido de una gastritis aguda y un cáncer al estómago le ocasionó la muerte. Al morir dejaba 40 casas de Hermanos Maristas. Ahora sus religiosos son más de 6,000 en 870 colegios, en muy diversos países.

Beatificado el 29 de mayo de 1955 por el Papa Pío XII

Canonizado por su Santidad Juan Palo II el 18 de Abril de 1999

En esa ocasión el Papa resaltó su fe inquebrantable así como su fidelidad a Cristo «incluso en las dificultades, en medio de un mundo que con frecuencia había perdido el sentido de Dios». San Marcelino anunció el Evangelio con un corazón ardiente. Mostró sensibilidad a las necesidades espirituales y educativas de su época, especialmente a la ignorancia religiosa y al abandono que experimentaba particularmente la juventud.

Bibliografía
Salesman, Eliecer, Pbro., Vida de los Santos, segunda edición

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